La función ha terminado

abril 10, 2020

Ya empezaba a vislumbrar los dolores de cabeza. Me sentía acalorada, y pequeñas gotas de sudor se formaban en mi frente. La niña corría de aquí para allá, mostrándome vestidos, pidiendo mi aprobación con una mirada soñadora mientras se meneaba frente al espejo.
Esbocé una sonrisa, y sólo asentí.
Pero él se dio cuenta.
Una de las cosas que amo y odio al mismo tiempo: su atención. A veces es un milagro, otras veces no es divertido ser tan transparente. Tan sólo con fruncir el ceño, se da cuenta de que algo anda mal. Me descifraba, incluso antes que yo misma.
Mi estómago se sentía ya muy caliente y traté de reprimir una arcada, y mi pecho parecía encogerse, como un globo aplastado.
Exhalé y me doblé.
La sonrisa de Tammy se desdibujó de inmediato, y ambos corrieron hacia mí. Me sentía apenada, no quería ensuciar la preciosa alfombra de esa tienda tan cara.
El oxígeno comenzó a menguar en mis pulmones, presioné mi pecho, tratando de respirar. Pero no podía.
Ya no escuchaba los gritos de Evan, si figura se desdibujaba, como el humo de un cigarrillo.
Me desplomé en sus brazos, y de nuevo él estaba ahí para recoger cada pedazo.
Me alzó en brazos y corrió por las escaleras. Sabía que ningún doctor podría detener esto.
Podía ver ese brillo en sus ojos, como un foco a medio apagar.
Me metió en la camioneta, y luego Tammy subió a mi lado. Gimoteó, porque sabía lo que tenía que hacer.
-¡Quédate conmigo!- gritó él, ya al volante.
-No te vayas, Brookie, no cierres los ojos - me susurró Tammy.
Las arcadas se habían ido, pero el oxígeno no era suficiente de todos modos. Necesitaba vida, no asfalto, no linóleo, no aire acondicionado. Todas esas cosas artificiales me asfixiaron. Y yo lo dejé, gustosa.
Me recordé a mí misma admirando los rascacielos por la ventana, mi cabello ondeando en el viento. Y Evan, con sus preciosos ojos brillantes.
Luego, me sacó del auto y corrió hacia el bosque.
-Déjame - susurré.
-¡No!














No hay comentarios:

Publicar un comentario