DONNA

mayo 22, 2019


La señora Donna se vistió de amarillo esa mañana. Porque se lo había ganado. El sol no podía brillar más que su sonrisa. Porque estaba feliz. Sus gruesos labios rojos no ocultarían nunca más esa radiante dentadura.
Se quitó el anillo del anular y en vez de arrojarlo en el primer contenedor de basura, lo introdujo en el descascarado vaso de un anciano pidiendo limosna en la esquina de la calle Fresno.
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